domingo, 1 de abril de 2007

Domesticación

Cuando nacen los erizos nadie más que la madre puede tocarlos - de lo contrario ella misma se encarga de que pasen a mejor vida como dicen por ahí, así que cuando crecen necesitan que se les enseñe a adaptarse a los humanos, pues como son animalitos huraños e independientes no es natural en ellos acercarse mucho a nosostros. Los más curiosos huelen a las nuevas personas y las investigan, pero no tardan en seguir haciendo sus cosas. Por este motivo es muy importante el grado de contacto con extraños que vaya teniendo el erizo, ya que uno que ha pasado los primeros meses únicamente con sus hermanos es muy probable que tenga miedo de los ruidos, los movimientos bruscos y las personas.



Una forma de entrenarlo es que al atardecer, momento en que despierta a comer, lo dejes caminar libremente cerca tuyo. Puedes comenzar con una hora al día, viendo televisión con él en tu regazo y dejándolo caminar y descanzar sobre ti. Les encanta dejarse caer entre los pliegues de la ropa. Si se hace bolita, antes de intentar relajarlo, pon tu mano cerca para que pueda olerla. Al comienzo puede tardarse unos minutos, pero una vez que se acostumbre le bastará sentir tu presencia para volver a su posición natural. Otra forma de tranquilizarlo es que al mismo tiempo que los sostienes en ambas manos, con los dedos le acaricies la barriga y la parte inferior de la cabeza y los costados. Si lo repites ya no necesitarás ponerlo en tus manos y te dejará tocarlo libremente. Ten la precaución de tener los primeros días una toalla o un paño cerca tuyo, algunos no dudan en usarte como baño si sienten incómodos.




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