martes, 29 de mayo de 2007


Hasta hace unos meses H no sabía lo que era nadar en una bañera, menos conocía el jabón, pero de un día para otro se convirtió en el erizo más bañado de los alrededores.

Todo partió con sus incontables travesuras, promovidas por mí, al darme algo de pena que esté encerrado en su casa. Así, en un fin de semana, logró meterse en más problemas de los que logra tener un erizo en toda su vida; se metió bajo la tina del baño, se dedicó a lamer restos de tinta en un papel y finalmente se metió dentro de un tarro de pintura... sellado especialmente por si él decidia investigar. Claro, es responsabilidad de quien lo adopta tomar las precauciones necesarias, sin embargo, a veces por más que uno esté pendiente, alguien más en la casa se distrae y abre la puerta que tanto nos esmeramos en cerrar, o deja a mano un dibujo que nadie pensó se lo tratarían de comer!

Resumiendo, si H pudiera hablar diría que por culpa de la loca de su dueña pasó los sustos más grandes de su vida, pero también podría decir que está feliz...limpio y sano. De hecho, ya en la madrugada y después de ponerlo bajo el chorro de agua por tercera vez para limpiarle sus patitas manchadas con látex (que menos mal estaba seco), el muy regalón se acurrucaba en mi regazo mucho más tranquilo que antes. Cosa nada de rara: de tanto bañarse terminó aprendiendo la rutina del aseo y a relajarse.

¿Y para qué les cuento todo esto? Con los erizos tienen que estar siempre atentos. H sólo terminó en la bañera luego de sus aventuras porque siempre estuvo acompañado. Ahora, lo terrible es que en menos de un segundo se pueden meter en problemas (bastó que lamiera el dibujo una vez para quedar con la misma sonrisa del guazón) Por eso nunca, pero nunca los pierdan de vista.Más adelante les contaré los pormenres del baño.

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