sábado, 14 de julio de 2007

Los erizos y las cosas



Se imaginan que en nuestras monedas no encontráramos más a nuestros supuestos próceres patrios, ni el escudo de la república,si no a un erizo...




Bueno, así como en Chile, y en otros países de Latinoamérica, las estampillas han servido de soporte para imágenes de los más diversos ámbitos. En otros países, este pasatiempo ha sido adaptado a otros materiales alcanzando así a las nunca bien ponderasas monedas. En 1933 Gibraltar conmemoró los 100 años de las historias del conejo Peter Rabbit y acuñó una moneda con la figura  de unos de sus persona, la eriza conocida como Señora Tiggy Winkle. Eriza y conejo son personajes de unos famosos cuentos para niños que se popularizaron a principios del siglo XX y que hoy pueden ser vistos en numerosas ilustraciones en la red.



Tanto las acuñación de monedas con animales antropomorfos como la leyenda de Mrs. Tiggy Winkle una vez más nos recuerda la cotidaneidad con que en otros países se integran los erizos al mundo de las tradiciones populares. Además, ilustran muy bien que es propio del hombre otorgarle los más amables caracteres humanos a aquellos animalitos que nos perecen más tiernos. Pues a decir verdad sus caricaturescas apariencias estén más cercanas a la imaginación que a la naturaleza.
En América latina, que es mi realidad, aún no es tan común tener de mascota a un erizo y no contamos con toda esta clase de imaginería que nos familiariza con la fauna silvestre. Ejemplo de ello es que cuando presento a H, mi pinchudo, no falta el que piensa que es algún tipo raro de ratón. Otro ejemplo es que muchos dueños olvidan que los erizos en su hábitat natural disponen de todo un bosque para hacer de las suyas y creen que una caja y una rueda bastan para proporcionarles un entretenido ambiente.


A medida que los avances en medicina veterinaria exótica y las redes sociales nos permitan difundir y compartir información, estaremos más preperados para cuidarlos. Entendiendo que por más adorables que sean, son animales que merecen tener tratados como tales y no confinados como un juguetes en sus casitas.


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