miércoles, 6 de junio de 2007

Rueda de ejercicios



Por fin le encontré una ruedita a H. Cumple todos los requisitos que pienso debe tener una: fácil de limpiar, silenciosa y con poco aspecto de artículo de mascotería.


Hace tiempo que estaba en busca de una rueda, un apartado especial tiene la famosa Wodent Wheel que no pude conseguir. Desde que me deshice de la esfera de plástico que tenía pensado construir mi propio aparato, pero la falta de tiempo me ganó y nunca logré llegar a la ferretería.


Finalmente me encontré con lo que ustedes pueden apreciar en las imágenes. Como ven, es metálica y de un color morado brillante, de las mismas que usan los hámsters, pero más grande (31 cm de diámetro) La gran diferencia es que en el exterior le puse un trozo de cuero vinílico que quedó super firme gracias al velcro que cosí en los extremos. Lo bueno del material sintético es que es lavable y lo venden a precio módico en cualquier tienda de telas y plásticos, por lo que pueden comprar en varios colores y reemplazarlos a medida que se desgastan.


No sé si les pasa lo mismo a ustedes, pero evito los aburridos artículos de mascotas que lucen como chatarra. Parece que cuando los hacen olvidan que quien los compra se los lleva a  la casa. Bueno, independiente de lo lindas que quedan las ruedas con distintos materiales, es imprescindible que tengan esta protección. Si se han fijado bien, los erizos no tienen las patas cortas como los roedores, así que si se les queda una extremidad atrapada en una reja expuesta, lo más seguro es que terminen con una fractura.


Si bien el modelito es austero y sencillo, creo que lo que más me gustó de este tipo de rueda, además del precio (poco más de 3 mil pesos) es su uso del espacio. H no queda oculto cuando hace sus ejercicios y puede entretenerse mirando hacia los costados cuando corre más lento o cambia de posición. Además, el material es liviano, se adapta bien al tamaño de su casa y no lastima la delicada piel de las patitas. Incluso tiene un soporte que se adapta a distintas posiciones, puedo poner la base en el piso o colgarla de la pared de la caja.




Exóticos veterinarios

Los veterinarios para animales exóticos aquí en Chile son de lo más exótico que hay: poco menos que hay que ir a buscarlos a la puerta de sus casas, recorrer la distancia que los erizos caminan de noche para encontrarlos, y si llegas a dar con ellos te desilusiona notar que saben un tanto más que nosotros los dueños... por más secos que sean con un conejo o un canario.

Cuando H se enfermó por primera vez, me cayó el ladrillo ¿Qué hago con un erizo de tierra enfermo?. Llega ese minuto en que el botiquín no sirve ni tu veterinaria amiga tampoco, así que te impacientas porque el anecdotario de internet no hablaba de enfermedades raras, y como casi no hay profesionales que te entiendan, lo único que puedes es sentarte a esperar y maldecir el por qué los veterinarios sólo se siguen especializando en perros y gatos.

Me pasó que el día que H se puso mal me encontré telefoneando a clínica de la U. de Chile donde siempre llevo a mi perrita, pero allí me respondieron que sólo una doctora atendía "exóticos" , que sólo iba a la clínica con citas acordadas con antelación, y que ante la emergencia habían dos opciones que tampoco eran del todo seguras: la clínica veterinaria Los Domínicos y el Buin Zoo, un zoológico bastante lejos de mi casa. De manera que tuve que tomar las páginas amarillas, probar otras opciones y seguir insistiendo, finalmente lo único que encontré fue más teléfonos ocupados y un veterinario autodenominado "experto en animales exóticos" fuera de la ciudad.

Ahora H está bien, pero por más que lo cuide es evidente que está solito. De que hay veterinarios que puedan atenderlo en caso de presentarse otra enfermedad los hay. El problema es que en las escuelas se tratan preferentemente animales tradicionales y hay muy pocos especalistas. Otro problema es que de todos los médicos que dicen saber de especies exóticas pocos saben de verdad, ya que la mayoría se cree experto por el hecho de leer uno que otro manual. Como si fuera lo mismo ser experto en reptiles que en mamíferos.
Para colmo, los escasos profesionales serios disponibles tienen que hacer rondas por varias clínicas dada la escasa demanda, por lo que dar con uno es toda una odisea.
No sé como será en el resto de los países, pero acá es es frustrante la poca especialización. Y los veterinarios no tienen toda la culpa. A diferencia de Europa no tenemos ericitos salvajes que justifiquen tanta familiaridad con los pinchudos.